domingo, 21 de febrero de 2010

¿Y lo mío?

Ya no puedo parir más. Quédate con tu hombría, que de todo ésto yo ya me cansé. Han pasado desde entonces doce años y he parido ocho veces, en cada una de las cuales se me ha ido la vida o un pedazo tuyo y mío. Ya me duelen las ventosas en la espalda, pero es dolor del pecho, de ese que no deja respirar y que una solloza lágrimas revueltas con porquerías del pensamiento y todo ¿por qué? porque traigo ganas de que la ventosa en mi espalda sea tu boca, como cuando hicimos el primer muchacho y que me decías puras mentiras. Pero desde entonces, es mi comadre la que recorre mi espalda y mi cuerpo entero, llenándolo de remedios, fregándolo con alcohol, barriéndome con pirul desde la cabeza hasta la punta de los pies, juntándome la bilis, fajándome el vientre con romero y otras hierbas, las mismas que ha de poner en un vaso de peltre con agua en la lumbre para dármelo a tomar, pero ya no sirve. Ya todo me amarga, ya ni siquiera me dan ganas de hacer el amor obligatorio que antes hacía por gusto. Quédate en lo tuyo que yo me voy a buscar en donde quedó lo mío.

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