viernes, 21 de mayo de 2010

AUSENTE

Córtame de tu ausencia.
Pero córtame desde abajo para no malentendernos,
para no quedarnos en pedazos, para no llorar en pausas,
para no sentir tu ausencia.

Auséntame tu risa con el llanto de la luna,
con un puño de arena de la playa entre mis dedos,
con la noche más oscura que ha pasado por tus ojos… ojos, mis ojos.

Malentiéndeme la idea de tu boca repasando
cada poro sepultado en mi piel,
llenándolos de aliento y de ti, de palabras y de ti,
de suspiros míos, de sobresaltos de los dos, de tocarnos… y de ti, de ti y de mí.

Ya no seas mi sueño recurrente.
Deja mi conciencia remordida como estaba:
inmensa, fugaz, afligida, liberada, intransigente y sin ausencias.

Déjame morir de inanición.
Sin aliento; sin tu aliento,
que pasaba de largo y algunas veces en corto,
encontrándose con el mío para enajenarme de ti.

Retírame el recuerdo, los recuerdos, tus recuerdos.
Recuérdame olvidar llorar por todo, por nada, por la distancia,
por las palabras, por ti.

Marchítame las intenciones.
Hazme de la cabeza que no hay buenos augurios
si me sigues perteneciendo al menos en el pensamiento,
en la piel, en los ojos…en la ausencia.

Déjame desperdigar los besos a otras bocas ajenas a la tuya,
lejanas a la mía, carentes de supuestos,
perdidas en su propio desconsuelo.

Clausúrame las entrañas.
Ya no he de parir palabras,
pensamientos o sueño alguno
en el que te me escondas como siempre,
como nunca, como entonces.

Pásame una noche en las que no se ausenta nadie,
en las que no te falta nadie, en las que no piensas en nadie.
Y si puedes, auséntate también.