miércoles, 24 de febrero de 2010

Sumisión

Está anocheciendo.
Y el café de mis ojos no sirvió para nada. Era la única esperanza depués del truco de las naranjas y las peras. Y tengo ganas de quemar mi obstinación por el mal rato que me hace pasar, pero es imposible. Mis labios no han dejado de sentir tu espalda. Y si no es posible quemar la obstinación o los labios, al menos te voy a incendiar desde los pies. No, no con fuego, sino con esa lava espesa que se siente en el estómago o en las manos cuando escucho tus deseos. Tus deseos sin sentido de una riña inapropiada con el mar.

Una esquina antes de llegar a casa

Como si lloviera, pero dentro de mi boca.
Un poco raro, lo sé, pero ese extraño aroma
a tierra mojada después de llover persiste
debajo de mi lengua, y yo presagio que es
una de esas piedras que dice la gente que
si una se pone en ese lugar ha de mejorar
el hado...y todavía sabe a ese aroma.

martes, 23 de febrero de 2010

regla de tres

La fonética ha de ser la misma, pero sin sentirlo se separan los sonidos. El primer sonido indica una segunda imagen:una vida saliendo de una mujeridad expuesta, con lágrimas en los ojos de los dos seres, el suceso más traumático en la vida de la vida que viene de adentro, pero que irremediablemente es sutituída por otro tipo de casualidades; sean chuscas, perversas, maravillosas o simplemente insípidas. Pero no. No es que aquello se olvide o sea sustutuído o se tire a la basura. Pensemos que si es un hecho de tal magnitud y del cual tendríamos sus vestigios en cada pensamiento y los caviláramos uno por uno, cada fragmento hasta llegar a formar una pieza completa, no habría cabida para lo chusco, perverso, maravilloso o simplemente insípido. Pero cuando no es posible ser parte de esas casualidades o que ellas formen parte de nosotros, la primera imagen del segundo sonido no se formaría, así que sería imposible que una mujeridad expuesta expulsara la vida que lleva adentro ya que de la segunda imagen... depende la primera.

domingo, 21 de febrero de 2010

Cempoales

Caras, manos y pies ajados. Es lo que se puede ver a simple vista. Olvidados, tirados, sentados, doloridos, rechazados y desgraciados. Sólo les ha quedado el pedo y el relinchido. Prohibido que opinen porque "perico criado ya no se enseña a hablar". Ha de ser mucho pa´que caigan en gracia, porque por desgracia su encanto y pedantería ha quedado donde quedaron los cinco centavos de carmencitas y el agua de pozo. Gozo que ahora es pesar de haber parido ingratos y cuadritos de sazonador para la sopa de hoy. Hoy que no hay ya molinos para ir a moler las faltas morales de las gentes del rumbo, ni metates de los de antes. Antes de que amanezca y recuerden las memorias de antes.

¿Y lo mío?

Ya no puedo parir más. Quédate con tu hombría, que de todo ésto yo ya me cansé. Han pasado desde entonces doce años y he parido ocho veces, en cada una de las cuales se me ha ido la vida o un pedazo tuyo y mío. Ya me duelen las ventosas en la espalda, pero es dolor del pecho, de ese que no deja respirar y que una solloza lágrimas revueltas con porquerías del pensamiento y todo ¿por qué? porque traigo ganas de que la ventosa en mi espalda sea tu boca, como cuando hicimos el primer muchacho y que me decías puras mentiras. Pero desde entonces, es mi comadre la que recorre mi espalda y mi cuerpo entero, llenándolo de remedios, fregándolo con alcohol, barriéndome con pirul desde la cabeza hasta la punta de los pies, juntándome la bilis, fajándome el vientre con romero y otras hierbas, las mismas que ha de poner en un vaso de peltre con agua en la lumbre para dármelo a tomar, pero ya no sirve. Ya todo me amarga, ya ni siquiera me dan ganas de hacer el amor obligatorio que antes hacía por gusto. Quédate en lo tuyo que yo me voy a buscar en donde quedó lo mío.